Las fluctuaciones del escenario del vino
El consumo de vino presenta variaciones significativas a nivel global, desde disminuciones en mercados tradicionales como España y Reino Unido, hasta aumentos en Asia y América del Sur
Por Amanda Díaz de Hoyo
En algunas entrevistas con enólogos y representantes de bodegas, toco el tema de los mercados emergentes. Con frecuencia me topo con el comentario de que en España los jóvenes no toman vino y prefieren otras opciones. Este fenómeno no es nuevo ni reciente, pero debe considerarse en un contexto amplio. Al caso de España le aplico el refrán: “En casa del herrero, cuchillo de palo”. Menciono España porque generalmente el lamento proviene de allá, al comparar con lo que sucede en otras regiones.
¿Cómo está el consumo mundial y cuáles son las tendencias? Esa pregunta rondaba mi mente desde hace unas semanas, cuando fui a comprar vinos y observé a algunos consumidores adquirir sus preferidos. Según el IWSR (siglas en inglés para International Wine and Spirits Record, una firma global dedicada al análisis de datos de la industria), el consumo de vino ha disminuido en los mercados europeos tradicionales durante décadas. En el Reino Unido, por ejemplo, se consume un 14% menos que en el año 2000, aunque hubo un aumento momentáneo durante el encierro por COVID-19. En Estados Unidos, aunque hubo un incremento en 2017, el consumo se ha reducido, aunque sigue siendo mayor al del año 2000.
Aunque algunos mercados experimentan disminuciones, en otros el consumo aumenta. En los datos consultados del IWSR, paradójicamente se reporta tanto disminución como incremento. En Estados Unidos, especulo que esto depende de factores como la ubicación geográfica, la educación promedio y el turismo. Destacan aumentos en el consumo de vinos en Japón y Corea del Sur. Según esta entidad, la demanda está influenciada por cambios en los hábitos de consumo, la frecuencia y la intensidad.
Es interesante que en el artículo del IWSR “What’s driving wine structural decline?” no se mencionaran otros mercados, dejando a Latinoamérica fuera de la ecuación. Recordé entonces una entrevista donde se destacaba que dos mercados emergentes para una de las grandes casas champañeras francesas eran India y Brasil.
Considero que todos los mercados son importantes y deben analizarse con perspectiva. Por ello, recurrí al portal de estadísticas alemán Statista.com para observar el comportamiento de los mercados de Sudamérica y Puerto Rico, en particular.
En Sudamérica, el consumo de vino ha aumentado significativamente en los últimos años, relacionado con las preferencias de los consumidores, las tendencias emergentes (como el turismo y la gastronomía) y las circunstancias locales. A esto se suman los avances en la tecnología vitivinícola de países como Argentina, Chile y Uruguay.
¿Qué ha cambiado en los consumidores de esta región? Las preferencias han evolucionado, mostrando una mayor apreciación por vinos de calidad. Ha crecido el segmento de vinos premium y artesanales, así como el interés por vinos orgánicos y sustentables, impulsado por una conciencia ambiental que abarca distintas generaciones. Estas tendencias también se observan en otros mercados y reflejan el sentir de muchos consumidores.
Un dato interesante de Statista.com es el aumento en la popularidad de los vinos espumosos en Argentina y Brasil, atribuible a cambios en estilos de vida, preferencias y eventos deportivos como la Copa Mundial o las Olimpiadas.
El turismo enológico también ha sido clave, beneficiando a países como Argentina, Chile y Uruguay, mientras que el auge del turismo gastronómico en Perú contribuye al crecimiento de la industria del vino.
¿Qué pasa en Puerto Rico?
Aunque muchos puertorriqueños vivimos un estancamiento económico debido a la falta de visión y supervisión gubernamental, el mercado del vino ha continuado su desarrollo, aunque de forma más austera en comparación con décadas anteriores, cuando se realizaban eventos multitudinarios para presentar los néctares de Dionisio. Ahora, mucho ocurre bajo el radar.
El consumidor puertorriqueño de vinos se ha educado y sofisticado. A esto se suma una nueva generación de consumidores, hijos y nietos de aficionados, que siguen sus pasos. Los viajes a diversos destinos, el deseo de aprender y la exposición a una cultura gastronómica que incluye vinos de distintas procedencias han abonado el terreno para disfrutar cada copa.
En Puerto Rico, también se reconoce la demanda por vinos orgánicos y sustentables, ya que no estamos ajenos a los problemas medioambientales y sociales globales. Además, contamos con excelentes chefs que han impulsado el desarrollo de la experiencia culinaria, apoyados en maridajes con las mejores etiquetas del mundo.
El mercado tiene sus fluctuaciones y los consumidores sus preferencias. Hay quienes adoptan el mantra: “Bebo menos, pero bebo mejor”. Como todo, debe hacerse con moderación y mayor responsabilidad. Estamos en ese nivel de conciencia.