El ritmo del champán Pommery

Un viaje sonoro y sensorial al corazón del champán

Por Amanda Díaz de Hoyo

El sonido del champán tiene cadencia en cada burbuja. El champán es, sin lugar a duda, el más rítmico de los vinos; ese que calma emociones y trasciende sensaciones.

Conversando con Pauline Vranken, oficial ejecutiva de esta casa champanera e hija de los propietarios de la misma, conocí otras vertientes del mundo del champán y cómo se atempera esta industria a los cambios inminentes que todos vivimos en estos tiempos.

En esta primera visita a Puerto Rico, Pauline explica que, aunque Pommery es una casa que se fundó en el siglo XIX, fue precisamente en 1858 cuando Madame Pommery se hizo cargo de la misma tras la muerte de su marido.

Ella, sin lugar a dudas y enfrentándose a los convencionalismos de la época, fue innovadora y pionera en un mundo regido por los hombres. Su norte fue la calidad, y su fundamento, las uvas y su origen. Por ello, acuñó las mejores cepas posibles dentro de una colección de los mejores viñedos para producir sus vinos.

Como innovadora, creó el Brut en 1874, con su Pommery Nature: el primer brut con éxito comercial. De ahí en adelante, le imprimió su sello de excelencia y elegancia a sus vinos, características que encontramos en ellos incluso en pleno siglo XXI.

El champán: retos y posibilidades

Si Madame Pommery pudo, en tiempos turbulentos, tener visión para que pudiera evolucionar el champán, hoy día, por las condiciones de un mercado volátil y los cambios en las preferencias del consumidor, la industria se enfrenta a retos y posibilidades.

Dialogando con Pauline, los retos económicos y políticos tienen un gran peso en las decisiones que se toman. “Por ahora, no pueden tomarse medidas drásticas. Con la pandemia hubo un doble consumo de champán, que duró desde comienzos del COVID-19 en 2020 y se extendió hasta 2022”. De momento, hubo una bonanza en el mercado por el encierro. “Fue un tiempo hermoso para la industria y pensamos que duraría más, pero ahora todo el mundo habla de cómo ha declinado el consumo”.

Estamos claras en que la Generación Z no representa el sector de consumo de este vino ni de otros espíritus. De hecho, esta generación se ha alejado de estos, pero los consumidores entre 35 y 40 años siguen fieles al vino y al champán. En un artículo anterior que redacté para Vibeer, y que trataba sobre las tendencias del consumidor, el champán era el vino de preferencia y crecimiento en nuevos mercados como Sudamérica y Asia.

Existen otros factores que inciden en la disminución temporal del consumo de champán y otros vinos. Por un lado, está el desarrollo de la industria del cannabis y el apogeo de la coctelería a nivel mundial. Es cierto que el consumo de cannabis conlleva un menor consumo de espíritus destilados y fermentados, pero ambos sectores pueden coexistir en balance.

Precisamente ahí están los retos y las posibilidades. Es posible, en el caso del cannabis, maridarlo con champán. Para ello se requieren varias consideraciones: conocer el nivel de tolerancia personal, jamás conducir u operar maquinaria y siempre verificar las leyes existentes en cada lugar, son algunas. Y claro, la microdosificación es la manera más responsable de consumo en lugares donde es legal.

Hay muchas posibilidades para el champán, y si lo enfrentamos con la coctelería también. El champán resulta muy versátil, pues se sirve desde apéritif y puede muy bien acompañar una cena completa.

Un cóctel hoy día, en valor por precio, puede rondar entre $15 y $20, dependiendo del lugar. Hay, of course, más económicos, dependiendo del licor, la complejidad y los demás ingredientes. No obstante, si vas a consumir varios, una botella de champán puede ofrecer más copas. Money matters. Igualmente, como consumidor, es importante educarse en estos temas para poder tener más experiencias y disfrutar cada copa con responsabilidad.

El Brut y el Rosé

La vibration de la ch—champán—dicho lentamente y arrastrando esa primera sílaba, calma el espíritu. Ese sonido es el mismo que hacemos para requerir silencio, pero cuando escuchamos las burbujas manifestarse en copa, o el corcho salir despedido al abrir la botella, todo cambia.

Hay música en cada sorbo y en cada champán. Y aunque la música va de la mano con las vivencias, comentaba con Pauline qué música iría con el Brut, el Rosé y hasta con el Louise, el top of the line de Pommery.

Vamos al Brut, el estilo creado por Madame Pommery y que abrió mercados para quedarse. El Brut Royal de Pommery es un champán muy vivo, fresco e intenso. De color pajizo, con burbujas juguetonas y elegantes, aroma de manzana verde entrelazada con minerales suaves y algo de pan, presenta en boca la delicadeza de la cepa Chardonnay, muy bien seleccionada de las zonas de Côte des Blancs y Montagne de Reims. Para este champán, sugiere Pauline que la música sea de Earth, Wind & Fire: “Shining Star”Yes, me gusta la opción; en vez de algo serio como Bach, algo vivo como el vino. Claro, para los gustos, los colores.

El Rosé de Pommery sigue siendo uno de mis favoritos. Su color rosa pálido, bien baby pink, y sus destellos leves color salmón auguran una grata experiencia en el paladar. Las buenas burbujas, pequeñas y constantes, el chispero en el oído, definitivamente alegran el espíritu. De buen balance, con notas de flores rojas y bayas mezcladas con pan y leves minerales, se muestra equilibrado en paladar. Para el Rosé, la voz de Elton John en “Don’t Go Breaking My Heart” es una de las ofrecidas por Pauline. Es más, yo le voy a “Tiny Dancer”…

Para el Louise, que es el top de Pommery, le tengo dos opciones, ambas con Freddie Mercury: “Bohemian Rhapsody”, con todos sus movimientos operáticos y dramáticos, y “Barcelona”, la que cantó con Montserrat Caballé. Cada champán baila con sus burbujas al son que le toquen.

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