El pulso del vino blanco: De blasfemia a necesidad

Explorando la evolución del vino blanco en Puerto Rico, desde su rechazo elitista hasta convertirse en una opción indispensable para el calor veraniego

Por Amanda Díaz de Hoyo

Especial para ViBeer

San Juan, Puerto Rico – Estamos en la temporada de mayor consumo de vino blanco aquí en la Isla. Por lo general, este consumo se despierta en Cuaresma y aumenta en verano. Hay una relación definida entre el calor y ese consumo de vinos que se sirven más frescos, que sean ligeros en paladar y cuyo contenido alcohólico sea más moderado. En resumen, el vino blanco.

Esto hace par de décadas hubiera sido una blasfemia, pues el blanco era la opción para un aperitivo y para los gustos femeninos. Quienes se preciaban de ser grandes conocedores, ni se asomaban al blanco porque el tinto era el titán de los paladares. Para colmo, el vino ha sufrido transformaciones debido a los gustos y las modas, los prejuicios y la ignorancia.

Sobreviví a la moda de los Chardonnays extremadamente amantequillados y mega cremosos, que escondían la fruta dentro de otros sabores. Entonces, lo chic eran los californianos, y los Chablis franceses, forma nice de decir Chardonnay pero de la Borgoña. También estaban los vinos de las monjas, los albariños, y un vino portugués que aún se produce, el Mateus, entre otros.

Los Chardonnays californianos ocuparon muchos paladares hasta que nació el ABC, “Anything But Chardonnay” ese movimiento a otros blancos, sin maderas, ni cremas maquilladoras: Sauvignon Blanc, Pinot Grigio y Riesling, entre otros. Las cepas blancas empezaron a verse con nuevos ojos.

¿El vino de las Monjas? Ahora sí, y me voy en un viaje de recuerdos, cuando estaba relacionada con las monjas, particularmente la que fue supervisora de mi madre, y que le gustaba en vino Blue Nun. De alguna manera había que sobrevivir a las penurias de la fe y a la injusticia divina ejercida en la tierra.  

El Blue Nun, que aún se produce, era un Riesling y provenía de Alemania. Con su botella alargada, azul añil se destacaba en los estantes de vino. Aquí me detengo para hablar de esta cepa: su origen se traza a la región alemana del Rin, pero la podemos encontrar en Alsacia, Francia; Austria, Luxemburgo, Italia y en otras zonas productoras como Argentina, Chile y Uruguay.

La Riesling es una cepa fina, compleja, muy adaptada al clima frío. Produce vinos elegantes, con mucha presencia de frutas y flores. Se producen dos estilos: el seco y el dulce. Este último representa una de las buenas alternativas para maridaje con comida china y postres, en particular los que contengan frutas. Se produce también el Late-Harvest Riesling, que se recoge tardíamente y con botrificación. 

La cepa Gewürztraminer, cuyo origen hasta ahora es la zona de Trentino-Alto Adigie, en el noreste de Italia, se planta en diferentes zonas como Alsacia, Alemania, Austria, Nueva Zelanda y en los estados de Oregon y Washington. La cepa se destaca por su color rosado pálido y produce vinos muy aromáticos de frutas tropicales y flores, con toques dulces en nariz.  Para algunos es la versión adulta del Moscato. En boca es otra historia, pues tiene mayor cuerpo, hay notas untuosas y su gradación alcohólica es mayor en comparación con otros blancos.

De los Albariños, que están disponibles en muchos comercios locales, el consumidor local los tiene entre sus predilectos. Es tan importante en nuestra cultura gastronómica, que Puerto Rico está siempre entre los mercados internacionales de mayor consumo.

¿Mateus? Sí, ese mismito que venía en un matraz y todavía se produce, ahora hasta con un espumoso.  El vino viene en dos versiones: rosado y blanco. 

El blanco se produce con las variedades Arinto, Bical, Fernão Pires y Malvasía. Tiene un grado alcohólico de 10%, se bebe joven, y se sirve fresco. 

La cepa Arinto es la misma que produce el vinho verde portugués y le da al vino sus toques de textura y crujencia. Una cepa de la DOC Bairrada, el Bical le brinda acidez a los vinos y se usa, además, para elaborar espumosos. La Fernão Pires es otra de las blancas portuguesas, que se planta mayormente en la DOC Bairrada. Esta ofrece al vino notas de especias y frutas.

La Malvasía, una cepa muy mediterránea y de la que se dice que tiene su origen en la isla de Madeira, se produce en muchos lugares. Por lo general, aporta a los vinos las notas de frutas tropicales.

De la blasfemia a la necesidad ha ido el vino blanco, y hoy por hoy, las regiones productoras se mueven a la elaboración de vinos compatibles con la sensación térmica del cuerpo humano y del planeta.  La necesidad va por encima del ego enológico del paladar.

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