Conoce a la primera ‘Master of Wine’ de España, Almudena Alberca, creativa y feliz

Por Amanda Díaz de Hoyo
Especial para Vibeer

Guaynabo, Puerto Rico – Desde que supe que iba a entrevistar a Almudena Alberca, la primera mujer Master of Wine de España, las posibles preguntas de la entrevista empezaron a saltar como pestañas en un monitor de una computadora o anuncios en un teléfono celular. De todas ellas, surge una idea que lucía como un mantra: Almudena más allá del título.

Todas las referencias que pude ver de Almudena estaban centradas en torno al vino, que aunque es una parte importante de su vida, no constituye el todo de esta dinámica mujer. 

Por alguna razón, me movía a indagar otra dimensión de Almudena. 

En la entrevista llevaba el Big Mind de Maya Angelou, esa necesidad asombrosa e inexplicable de absorber lo más posible de la esencia de una persona que ha vencido sin proponérselo el mundo de la frivolidad que muchos aceptan detrás de la palabra vino. 

Aclaró que el vino es  una ciencia, una cultura y una integración de muchas disciplinas, que aprende, literalmente, desde el suelo para apreciarse adelante, en una copa.

Llegué a la entrevista, y le pregunté si podía ir más allá del título de Master of Wine, que discutiré en su momento. Se rió y me dijo que nunca le habían propuesto una entrevista así. 

Aquí comenzó este viaje de introspección, entre gotas de vino, ciencia, añoranzas y planes.

De familia de padres trabajadores, cuando joven allá en Salamanca,  era un poco introvertida y no tenía idea claro cuál sería su devenir profesional. 

Estudió  Ciencia y Tecnología de Alimentos y para completar su experiencia universitaria, trabajó en una bodega. Allí conoció a una enóloga neozelandesa que estaba de visita laboral en la bodega familiar muy pequeña, donde se dedicaba más que a trabajar, a absorber todo lo más que podía. 

“Era una chica joven, con quien trabajé y me preguntó si quería ir a Nueva Zelanda. Con mi sueldo, me pagué el viaje” mientras se encontraba con sus recuerdos, una chispa se le escapaba de sus ojos. Sé que Nueva Zelanda fue la llave para adentrarse en sí misma.

De ahí surgió la idea de convertirse en enóloga y se formó  como tal en la Universidad de Valladolid, en Palencia, para luego, retirarse aún más y convertirse en Master of Wines, título que otorga The Institute of Masters of Wine de Londres. Obtener este título con los pocos qué hay en todo el mundo —menos de 400 personas en el mundo— es un logro admirable.

“Para lograrlo tuve que hacer sacrificios, que incluyen varios aspectos: la familia, las amistades, el dinero – pues hay que hacer un presupuesto – y el trabajo” comentó.  Al momento de graduarse sus padres, que nunca habían tenido la oportunidad de viajar fuera de España, y su hermano, la acompañaron a Londres. Fue un momento mágico en la vida de Almudena.

Entonces vino la pregunta clave: ¿qué aprendiste de ti misma? La contestación llegó como las capas de un gran vino, que se van presentando mientras evoluciona en copa, en un bolero de oxígeno que aviva los compuestos volátiles que estaban reposando en botella. 

Sonrió antes de decir, “que puedo proponerme cosas y lograrlas, pero a mi modo y además, a creer en mí, a confiar y a perder mis miedos”. Entonces, hizo referencia a su tiempo en Nueva Zelanda, porque “allá son más libres, al igual que en Australia. En Europa, eres estructurado, haces tus estudios, tu vida profesional y ya, mientras allá si de momento quieres ser artista, te vas y lo intentas dejando todo atrás”. 

Pero ella, con disciplina y paciencia se propuso ser Master of Wine, y luego de seis años, escaló su Monte Everest.

Tuvo el apoyo de su familia, de sus amistades pero reconoce que le dedicó muchísimas horas a esa preparación tan rigurosa.

Con una experta en la ciencia del vino, había que preguntar sobre las puntuaciones que le dan y los apps que existen para evaluarlos. 

“Las puntuaciones varían de conformidad con el paladar del evaluador y sirven de guía para el consumidor” de igual manera ve los apps de vino. Pero la experiencia p.m. eso que se cuaja en cada uno, con paciencia, es la mejor compañera para escoger uno u otro vino.

Esa pregunta de cómo perfila su futuro dentro de la industria del vino es más que académica, una ventana a las posibilidades. Al respecto dijo sentirse cómoda en su lugar de trabajo, Bodegas Viña Mayor.

“Mi parte creativa siempre ha sido bien respetada en la bodega y cuento con buen respaldo”. Doy fe de que eso se traduce a los vinos. Desde la llegada de Almudena a Viña Mayor, los vinos han tomado un dinamismo notable en cada copa.

“Como proyecto futuro quiero que la bodega dónde trabajo cree historia, qué en el futuro cuando alguien se tome un vino diga este se logró cuando Almudena estaba allí”.

Como proyecto de campo ya trabajan con cepas autóctonas y un proyecto agrícola de finca modelo, donde se promueve la sustentabilidad. Ya son carbono neutro y trabajan con energías renovables. Es un proyecto de transformación ecológica necesario para las  agroindustrias y para la subsistencia en el planeta.

Como legado profesional, quiere dejar un negocio agrícola mejor al que estaba antes. En su vida privada busca dedicar más tiempo a la familia, a los amigos que tanto la han apoyado y a sí misma. Entonces, esa Almudena que pudo centrarse y vencer obstáculos como parte de su viaje interior, busca plenitud en la felicidad. Y citó a una compañera de trabajo, que brinda por la felicidad porque  “la felicidad es tener salud y tener paz”.

Cerramos el encuentro degustando dos vinos añada 2018, de los de Almudena, uno más clásico, el Aviña Mayor y otro, El Secreto, que me fascinó por su expresión de fruta fresca, guindas y ciruelas, de una estructura media y buena evolución en copa. 

De esta entrevista me llevo que ese vino El Secreto, encierra la felicidad.

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