Cillar de Silos, constancia e identidad

Por Amanda Díaz de Hoyo
Especial para Vibeer

Quienes andamos en el mundo del vino tenemos una clasificación personal para los vinos, que va más allá de las especificaciones evidentes y muy conocidas, como color, añada o procedencia, entre otras. En mi caso, tengo vinos de zona de confort, esos que son como volver a casa, y me pasa con Cillar de Silos. Es que tiene sentido de pertenencia, sabor y cariño.

Cuando se estableció la bodega hace 30 años, soñar que los vinos que producirían llegarían a mesas nacionales e internacionales era solo eso, una quimera.

Sin embargo, el tesón y el compromiso, unidos a la bonanza de la que gozaba la Ribera del Duero en esa época, motivaron a la familia Aragón a aprovechar y dar forma a su proyecto vitivinícola. En la década de los años 90, fundaron la bodega en Quintana del Pidio, provincia de Burgos, muy cerca de Aranda del Duero, y su primera cosecha ocurrió en 1995.

Pasaron algunos años antes de que sus vinos llegaran a nuestras mesas, y desde entonces han estado muy bien representados por los últimos 24 años gracias a V. Suárez. Roberto y Óscar Aragón se han convertido en parte de la familia local de los aficionados al vino.

Roberto se encarga de la gestión comercial y siempre nos mantiene al tanto del acontecer de la bodega. Óscar comanda la parte enológica y es director técnico de Cillar de Silos.

El nombre de la bodega tiene su encanto con la historia y es un detalle que me agrada porque reconoce al encargado de la despensa de los antiguos monasterios. El monasterio de Silos no era la excepción y tenía el suyo para el siglo XVI. La despensa se conocía como cillería.

En su reciente visita a la isla, Roberto Aragón compartió las bondades del Cillar de Silos blanco, elaborado con la cepa Albillo Mayor. Es un vino fresco, de grata expresión, que expone las características de esta cepa autóctona de la Ribera del Duero. Esta se destaca por brindarle al vino buena acidez, entre otros atributos organolépticos.

Cillar de Silos se había concentrado en los tintos, pero ya cuenta con un blanco y un rosado entre sus etiquetas. Estas innovaciones tienen que ver con la evolución de los paladares y el tema de los nuevos consumidores. A propósito, pregunté a Roberto cómo definía el perfil del nuevo consumidor: “El consumidor procura vinos con más frutas y menos madera, con taninos suaves y menos azúcar”, aclara que “los jóvenes españoles tardan mucho más en adentrarse en el mundo del vino”.

En cuanto a los mercados internacionales, recalcó que “todos los años tenemos un mercado nuevo y exportamos un 25% de nuestra producción”.

Ya habíamos repasado el Cillar de Silos Crianza, con su buena presencia en copa, de color intenso, bien cereza picota, con destellos violeta. En nariz transmite elegancia, y aromas de frutas negras, especias y algunas notas torrefactas. Los aromas van en armonía con su expresión en boca, creando un agradable equilibrio.

Para culminar este compartir con Roberto Aragón y un grupo exclusivo de aficionados y amigos del buen vino, llegó a la copa el Torresilos, un disfrute sensorial de mayor complejidad. Con excelente expresión de terruño, se presenta con color bien intenso, aromas de fruta madura, notas de compota, toques balsámicos y especias. Es un vino que lleva la rúbrica de la D.O. y mantiene su identidad, añada tras añada.

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