Cervecería ucraniana se transforma para servir en la guerra
Leópolis (Ucrania), 30 mar (EFE) – La ley marcial que rige en Ucrania lleva implícita una ley seca que obligó a paralizar la actividad en la cervecera de Leópolis, pero ha reinventado sus funciones para ponerse al servicio de la guerra desde el día siguiente de la invasión rusa.
Cócteles molotov, comida para refugiados que han huido de la violencia, camisetas para recaudar fondos para las fuerzas armadas concentran la actividad de la fábrica de cerveza artesanal Pravda, un popular espacio a las afueras de Leópolis, donde también hay un restaurante y salas para actividades culturales.
«Ahora siento que nuestro deber es ayudar a la gente que está viniendo a Leópolis porque sus casas fueron arrasadas. Tenemos que hacer todo lo posible por apoyarles, también son ucranianos. Nunca sabes qué va a pasar al día siguiente», indicó a EFE Taras Maselko, jefe de relaciones públicas de Pravda, que significa «verdad» en ucraniano.
En los primeros días de la guerra, los trabajadores de la cervecera aprovecharon las botellas de cristal para fabricar cócteles molotov que repartieron entre las Defensas Territoriales, un cuerpo militar formado por reservistas y voluntarios que se está ocupando de proteger instituciones públicas e infraestructuras estratégicas.
«En menos de una semana fabricamos más de 2.000 cócteles molotov, muchos más de los necesarios. De momento hemos parado», cuenta Taras mientras enseña unas decenas de esos artefactos sobrantes que guardan en la cervecera. Mantienen la etiqueta de su cerveza más popular, «Putin Huilo» (Putin Gilipollas).
En paralelo a la producción de cócteles molotov, las cocinas de Pravda se pusieron manos a la obra para elaborar comidas para los miles de refugiados que recalaron en Leópolis en su huida de las zonas más afectadas por la guerra como Kiev, Járkov, Mariúpol, Mikolaiv o Zaporiyia.
Algunos cruzaron la frontera con Polonia, a tan solo 80 kilómetros de la ciudad, pero más de 200.000 se han quedado en la capital del occidente del país, cobijados en centros escolares, estadios deportivos o residencias de estudiantes.
«Nadie sabemos qué va a pasar al día siguiente. Pero creo que ahora es el momento de pensar en mantener la economía funcionando por el bien de todos. Pagar impuestos, el alquiler, los salarios. Eso es lo que necesita el país», señala Taras desde Leópolis, ciudad convertida en la retaguardia del país en guerra.
Alex, de 29 años, ha pasado de trabajar en el departamento de franquicias de Pravda a hacer sándwichs todos los días en jornadas de hasta once horas durante las últimas dos semanas. Los más de 2.000 empleados de Pravda en Leópolis -más 1.000 en el resto del país- arriman el hombro estos días asumiendo nuevas funciones para suplir las necesidades de Ucrania en pleno conflicto armado con Rusia.
«Creo que todo el mundo debería hacer todo lo posible en este momento por contribuir a esta causa nacional. Mucha gente ha perdido sus casas, quizá incluso a seres queridos, amigos o familiares. La comida es lo último de lo que deberían preocuparse», señala a Efe en una pausa de cortar lonchas de queso.
Para Oxana, de 49 años, su trabajo es prácticamente el mismo. Su central de mando siguen siendo las cocinas del restaurante de Pravda, donde un equipo de unas quince personas comandado por ella elabora apetecibles y nutritivos menús, compuestos por verduras, arroz y carne.
Comenzaron en las primeras semanas de la guerra con una modesta producción para atender necesidades concretas, pero ahora, desde que la ONG World Kitchen Program se unió al proyecto y presta ayuda logística para distribuir los menús, de las cocinas de Pravda salen más de 27.000 porciones de comida caliente cada día.
«Creo que para los ucranianos no es nueva esta unión y el apoyo que nos prestamos los unos a los otros. No es nuevo que todos nos hayamos levantado para defender nuestras ciudades y nuestro país», señala Oxana, orgullosa de la labor que realizan en Pravda y, en general, de la respuesta nacional, ante la agresión rusa.