Casanova di Neri, un sueño hecho realidad
Por Amanda Díaz de Hoyo
¿Qué es un sueño? Es una dimensión de realidad que aún no se comprende a cabalidad. Lo siento por el soliloquio de Segismundo, en La Vida es Sueño. Soñar ha llevado a muchos a creer y a crear.
Para Giovanni Neri, hace medio siglo, establecer una bodega, con todo el trabajo y la atención que merece esta agroempresa, fue darle forma física a un sueño. Hoy día, los vinos de la bodega Casanova di Neri reciben reconocimientos de alto prestigio en todo el mundo.
En 1991, al fallecer Giovanni, Giacomo Neri, su hijo, tomó las riendas de la bodega, las que comparte a su vez con sus hijos Giovanni y Gianlorenzo. Habiéndose formado como enólogo en Francia, Giacomo tenía sus propios deseos de hacer vinos con la armonía digna del suelo, y lo ha logrado cabalmente. Es todo un hombre de la tierra, como se auto define, mientras sonríe y se deleita con una copa.
¿Qué busca proyectar en sus vinos? Mantener la belleza, el balance y el finesse de la cepa, con los matices del terroir toscano en cada una de las etiquetas que elabora, que hasta ahora suman ocho. Tiene una conexión estrecha con la Sangiovese como buen italiano y un affair con la Cabernet Sauvignon.
Para Giacomo el vino es una magia, y mientras lo dice, recuerdo percibir ese misticismo que tienen los buenos enólogos con sus vinos, que se adquiere con la paciencia y la pasión por una labor que es un arte vivo.
Degustamos 5 vinos, cada uno con una personalidad muy definida, ejemplos de una hechura impecable.
Comenzamos con el Casanova di Neri Rosso di Montalcino 2020, cuyos aromas recuerdan las frutillas rojas, en especial las cerezas. De color brillante, buenos taninos y muy sedoso en boca y post gusto, es un vino para disfrutarse con el fresco de la tarde caribeña.
Le siguió el Giovanni Neri, añada 2019, que se elabora con viñas de sobre 50 años. La expresión aromática es diferente que el anterior, con una concentración de notas cítricas de la naranja sanguina dulce, y de frambuesas. De color vivo, se presenta en boca pleno, con balance y armonía.
El Brunello di Montalcino 2017 tiene un perfil más especiado en nariz. Con notas de ciruela y canela, un dejo de nuez moscada, explica en ese primer golpe de nariz su complejidad. Mientras reposó en copa dejó caer distintos velos, es un vino para tomarse ahora o para guardarlo y ver su evolución. Fue mi vino favorito de la tarde, el famoso etiqueta blanca de Casanova di Neri.
El atenúate Nuova, añada 2017 representa la expresión más poderosa de la cepa Sangiovese. Tiene mucha fruta madura entrelazadas con especias y se le percibe mayor contundencia en boca. Es un vino seguro de sí mismo que se desliza por la pasarela de la elegancia, con sabores y tonos muy integrados.
Para culminar, el Pietradonice 2018, es el Cabernet Sauvignon con aires toscanos, del que solo producen 7 mil botellas. Es un vino muy estructurado, expresivo, que deja ver muy bien los atributos de la cepa y como su nobleza la puede manejar muy bien la mano experta de un gran enólogo. Giacomo comenta que un une maridaje para el Pietradonice es el ragú de jabalí. Va muy bien con sabores cárnicos y con chocolate.
Cada vino que produce es con viñas propias, plantadas en diferentes parcelas identificadas con sus nombres y estas, a su vez, reflejan los matices de la Toscana: Pietradonice, Giovanni Neri, Fiesole, Podernuovo, Cerretalto, Le Cetine,Collali. De sus microclimas, sus expresiones.
Sus vinos se consiguen localmente mediante Fine Wine Imports.