Albariños veganos, salud y bienestar en cada copa
Por: Amanda Díaz de Hoyo
Especial para ViBeer
San Juan, 5 de agosto – Hace un tiempo conversaba con Rubén Simon, uno de los miembros del clan propietario de Bodegas as Laxas, sobre el albariño y el arraigo que tiene en la mesa puertorriqueña.
Comentaba Rubén, que “Puerto Rico representa el 4to mercado de exportación según datos del 2021”. Quizás los datos han cambiado desde que dialogamos, pero lo cierto es que en el consumo local de vinos, el albariño goza de un lugar privilegiado y se puede encontrar con facilidad en restaurantes y otros puntos de venta.
La razón para gozar de este sitial se debe a la gran educación en vinos que se ha venido promoviendo desde el siglo pasado, bien sea por casas distribuidoras entre otros medios o por la facilidad que tenemos de viajar a España desde San Juan.
La frescura, el aroma a frutas, la acidez y la mineralidad que ofrece el albariño crea una afinidad con la gastronomía isleña. El vino albariño y nosotros compartimos esa influencia de mar que no nos la despinta nadie.
Recorrido por las Rías Baixas
El albariño proviene de Galicia, en el noroeste de la península ibérica. Esta zona cuenta con un clima y una topografía que difiere de otras denominaciones de origen españolas. Por un lado, está el océano Atlántico, por otro la bahía de Vizcaya, y las corrientes del viento provenientes del agua se topan con la cordillera cantábrica. A esto se le suman los suelos arenosos y franco arenosos, mayormente graníticos. Este tipo de suelo aporta a que los vinos blancos sean más suaves, poco alcohólicos, de buena acidez y gran aroma.
En vinos tintos, que también se producen en Rías Baixas, disminuyen la carga tánica. Las plantaciones en esta denominación de origen también se benefician de la lluvia, aunque con la crisis climática que enfrentará el planeta, los viticultores han tenido que recurrir al riego.
Rías Baixas se divide en sus zonas y cada una ofrece un toque distintivo a sus vinos. Estas subzonas son: Valle do Salnes, Condado de Tea, O Rosal, Ribeiro do Ulla y Sotomaior.
En cada una encontramos viñedos con cepas blancas y tintas. Entre las blancas, además de la albariño, están caiño blanco, loureira blanca (conocida también como marqués), treixadura, torrontes y godello.
Las tintas son: caiño tinto, castañal, espadeiro, loureira tinta, souson, mencia, brancellao y dozal.
Aunque la denominación de origen se fundó en 1988, y se considera joven, tiene una larga trayectoria vitivinícola. Su éxito como denominación de origen se debe a que han armonizado la tradición con la innovación, manteniendo la calidad del vino desde el viñedo, y respetando las cepas autóctonas de la zona.
Los vinos de Rías Baixas, conforme a las especificaciones del Consejo Regulador y su sistema de control y análisis de calidad se clasifican según su procedencia dentro de la denominación de origen.
Por ello encontramos:
Rías Baixas Albariño: vino monovarietal de uvas provenientes de alguna de las subzonas,
Rías Baixas Condado de Tea: vino elaborado con un mínimo de 70% de albariño y treixadura, con un 30% de otras cepas blancas permitidas, y todas provenientes de la subzona Condado de Tea,
Rías Baixas Rosal: vino elaborado con 70% albariño y loureiro, con el restante de cepas blancas autorizadas y provenientes de la subzona O Rosal,
Rías Baixas Val do Salnés: elaborado con un 70% de albariño y el resto de cepas blancas autorizadas, cultivadas en la subzona Val do Salnés,
Rías Baixas: assemblage de cepas blancas autorizadas de cualquiera de las 5 subzonas,
Rías Baixas Espumoso: elaborado con cepas autorizadas y producidas en cualquiera de las subzonas y que cumple con los requisitos analíticos y las especificaciones del Consejo Regulador y de la Unión Europea para espumosos.
Un poco de historia y la gesta de Santiago
Conforme a datos históricos, en Ribadavia, la capital del Ribeiro, región localizada en Orense, se ha elaborado vino desde tiempos del Imperio Romano. Para los siglos XIV y XV se había establecido un comercio muy próspero con Inglaterra. Este negocio fue de la bonanza a la quiebra por culpa de la religión. Resulta que el obispo de Tuy, decidió prohibir todo tipo de comercio con los ingleses a quienes tildaba de “herejes”.
Entonces, los “herejes” británicos se fueron con sus bártulos a otra parte y encontraron que en Oporto podían gozar de vino. Así se languideció el negocio en Ribeiro y floreció en Portugal. Para colmo, en el siglo XIX llega la temida filoxera, plaga que arrasó con los viñedos, desapareciendo muchas variedades. sin embargo, otras resistieron el embate de este parásito que se alimenta de las raíces y de las hojas de la vid. Para esa época, el desarrollo de jardines en Europa contaba con plantas traídas de América. Ante la falta de controles fitosanitarios, la propagación de la filoxera, el oidium y otras enfermedades fue fácil.
Hay quienes creen que muchas de las variedades autóctonas proceden de Centroeuropa, sin embargo, con mayores datos sobre la genealogía de las cepas, estas proceden del cruce de vides silvestres locales con las traídas por las legiones de romanos que ocuparon Galicia, en tiempos de Décimo Julio Bruto. Algunas de estas sucumbieron, y otras resistieron, quizás ayudadas por la orografía gallega, escondidas entre valles y montes.
Muchísimos años más tarde, a fines de la década del 70, en la provincia de Pontevedra, un amante de la cepa albariño, jubilado de sus labores, comienza a trabajarla. En ese entonces los vitivinicultores producían vinos caseros y el sobrante lo vendían en la barrita del barrio, Don Santiago Ruiz, en su bodega de O Rosal, le puso modernismo a la vitivinicultura, usando tanques de acero inoxidable para fermentar en vez de los lagares caseros. Buscaba la uva en su punto óptimo de maduración y supo sacarle sus virtudes aromáticas, manteniendo una buena estructura y una acidez impresionante.
Don Santiago Ruiz, cuyo vino se encuentra en los mercados y es fácil de identificar por llevar el mapa de O Rosal y el nombre como firma, se considera el Padre del Albariño.
Vinos veganos tendencia de wellness
La gesta de Santiago Ruiz abrió el marco de posibilidades del vino a niveles de excelencia. Tanto así que otros bodegueros han recibido premios y reconocimientos por sus vinos producidos en Rías Baixas. Un buen ejemplo de ello es que en la edición 2022 del prestigioso Concours Mondial de Bruxelles, el vino revelación internacional blanco fue el Finca Valiñas 2017 de la bodega Mar de Frades.
Dentro de las innovaciones que podemos encontrar es que ya son cada vez más las bodegas de Rías Baixas que ofrecen entre sus etiquetas vinos veganos. Recuerdo que en una visita a bodegas españolas hace varios años, pregunté a unos enólogos qué les parecía la producción de vinos orgánicos. En aquella ocasión, aún no se habían preparado mentalmente para los cambios que vendrían. Hoy día, sin embargo, la historia de cómo los vitivinicultores y otros sectores agrícolas se han unido para producir calidad, desde el manejo de los suelos, las plantaciones y la elaboración, pasando por todos los pasos que esto conlleva, muestran el impulso a una sustentabilidad como meta para un mejor planeta.
Todavía queda mucho por hacer, pero en Rías Baixas lo tomaron en serio.
Hay muchas alternativas veganas, en las que el proceso de clarificación se realiza con guisantes y papas cuando antes era con huevos y pescado. También se utilizan algas para ello. Además, con una mayor conciencia ambiental, las botellas han ido mejorando para ser más livianas. A parte de ello, el manejo ecológico de los viñedos es un plus. Para llegar a ser orgánicos, los bodegueros han recurrido a rescatar prácticas ancestrales que se han adaptado con los avances de la ciencia para manejar plagas, enfermedades y suelos, a fin de que la vid reciba los beneficios naturales del entorno, libre de químicos comerciales.
Para identificar los vinos veganos, aparte de conocer algunas marcas como D. Pedro de Sotomayor, Mar de Frades, Terras Gaudas, Condes de Albarei y Torre la Moreira, en la etiqueta dorsal aparece el logo de certificación Vegano de la Unión Europea. Este logo se acuñó desde el 1985, y me parece que le lleva por mucho la delantera a los vinos de los EE.UU. que aún no identifican de manera clara y precisa del vino vegano. Los vinos mencionados, que formaron parte de una jornada educativa de vinos celebrada recientemente, están disponibles en Puerto Rico.
Ciertamente, la tendencia de vinos veganos va de la mano con la convicción del consumidor de saber que ingiere productos de calidad y que ello tiene influencia directa con el bienestar. El awareness lo practica como un estilo de vida y la tendencia de consumo de productos sin presencia animal va en aumento. Se aboga por un mundo de justicia, sustentabilidad y libre de crueldad animal. En los viñedos y en el vino este cambio llegó para quedarse.