Sabores que seducen: La magia del maridaje entre vino y chocolate
Un viaje sensorial entre los chocolates Turín y un exquisito Malbec en Plaza Las Américas
Por Amanda Díaz de Hoyo
Los vinos y el chocolate son sinónimos de complacencia, en particular cuando estamos de celebración. Por separado, nos llenan de emociones, pero juntos es otro cantar. Maridar vinos con chocolate puede ser una experiencia sublime o un borrón en el recuerdo.
Cuando me invitaron a la apertura de la tienda de chocolates Turín para la temporada navideña, ubicada en el pasillo central de Plaza Las Américas, recordé mis encuentros con diferentes chocolates, vinos y otros espíritus. La inmensa mayoría de esas aventuras del paladar se convirtieron en grandes lecciones gastronómicas y, otras, en retos que requieren superación. Ah, pero de eso se trata la vida: aprender de quienes saben, y hasta de los errores.
Para esta redacción hice el ejercicio completo de maridaje con chocolates y un vino Malbec, utilizando la variedad de chocolates Turín, reconocidos por ser libres de azúcar y sus bombones rellenos de licor.
Antes de proceder, conviene recordar que, para degustar este rico manjar con vino, lo primero es llevar un pedazo de chocolate a la boca. Una vez en boca, se deja hasta que se disuelva completamente y despierte todas las sensaciones posibles en las papilas gustativas. Esto requiere un momento, y precisamente durante este proceso, el chocolate va transmitiendo información que el cuerpo analiza mediante el sentido del gusto.
Una vez disuelto, el sorbo de vino entra en acción, y, al llevarse por toda la boca, matiza, acentúa o contrasta con los sabores que le antecedieron.
Aunque parece sencillo, los seres humanos del pleno siglo XXI con frecuencia no prestamos atención a la información sensorial que recibimos y nos perdemos de muchas experiencias gratificantes.
Habiendo reconocido esto, pasamos un momento a lo que une el chocolate y el vino. Ambos provienen de la tierra: el chocolate de la planta de cacao, un fruto originario de América que cautivó a los colonizadores españoles. Estos vieron en él alimento, riqueza y poder en tiempos de Moctezuma, pero sin comprender cómo los antiguos mayas lo habían descubierto en épocas anteriores a la conquista. Lo llevaron a Europa, donde adquirió nuevas maneras de expresión culinaria, y el resto es historia más contemporánea.
Como el vino, el cacao expresa terroir y pasa por el proceso de fermentación, que es clave para desarrollar sabor, aroma y textura. También se añeja.
La experiencia del vino
Por lo general, los mejores chocolates para maridar son los que no tienen azúcares añadidas y se consideran «dark chocolate», es decir, con un contenido de entre 50% y 90% de cacao. Turín ya tiene un paso adelantado para el ejercicio sensorial.
De antemano sabía que un Tempranillo Reserva iría muy bien con chocolate, al igual que un buen Cabernet Sauvignon. Por ello, opté por un Malbec. A continuación, comparto las observaciones del ejercicio:
- Chocolate Turín con frambuesa y Malbec: Al principio, las notas de taninos y un poco de astringencia activaron el paso por boca del vino. El Malbec y la frambuesa se complementaron al final, cuando los sabores de fruta del vino afloraron en el postgusto. Fue una combinación agradable.
- Chocolate Turín con amaretto: Este bombón ofreció un cambio interesante respecto al anterior. La complejidad aumentó con notas leves de albaricoque y almendras, avivadas por el vino. Destacaron las notas torrefactas y una mayor armonía con la astringencia. ¡Delicioso!
- Chocolate Turín con avellanas: El Malbec intensificó las notas astringentes y amargas, equilibrándolas con las de miel, caramelo y torrefacción. Para mí, mostró mayor complejidad que los anteriores. Una excelente combinación.
- Bombón relleno de Bailey’s: Dejé este para el final por su mezcla con crema de leche y vainilla, en vez de frutas. El Malbec potenció la untuosidad del bombón, resaltando las notas de caramelo de café y vainilla. La combinación intensificó los sabores del vino. Sin duda, repetiría esta experiencia.
Reflexión final
Hay más vinos y combinaciones de chocolates por explorar, como un Moscato o un Oporto Ruby para los chocolates mezclados con leche. Sin embargo, mi preferencia se inclina hacia el chocolate amargo, con sus bien marcados taninos, que combina perfectamente con vinos, rones añejos e incluso un buen whisky. Como siempre digo, en moderación se disfruta más.